Por Marco A. Saldaña Hidalgo (*)
El 06 de abril el Ministerio de
Educación puso en marcha la estrategia Aprendo en Casa y las clases se imparten
por radio, televisión e internet, a la fecha se contabiliza 20 semanas. De
acuerdo a información de la Unidad de Seguimiento y Evaluación del MINEDU publicada
en la web de ESCALE (www.escale.minedu.gob.pe), el 96% de los estudiantes ha
tenido acceso a Aprendo en Casa y el 84% está satisfecho con el contenido; en tanto, el 65 % de familias muestra su satisfacción por el contenido de
aprendo en casa y el 83% considera útil que la estrategia continúe tras la vuelta a las clases
presenciales.
En todo este período se han dado
cuenta, a través de los medios de comunicación, de casos de gran
desprendimiento de docentes que cumplen con su labor en plena pandemia, como
Walter Velásquez que creó un robot con material reciclado para dictar clases en
el VRAEM, Gerson Ames, el profesor de Huancavelica que recorre caminos y redes
para ayudar a sus estudiantes en sus propias casas, Cecilia Mamani Maldonado
que contrató y paga antena satelital para que sus niños y niñas vean las clases
de aprendo en casa y también sobresalen los docentes que traduce las clases a lenguas
originarias para posibilitar el aprendizaje de niños y niñas de algunas comunidades
nativas. Pero también está el caso de miles de niños, niñas y adolescentes de
diversas regiones del país que no pueden
recibir las clases porque no tienen internet, ni radio, ni televisión.
Pero más allá de las cifras del MINEDU y los casos excepcionales que rebotan en los medios de comunicación ¿qué ocurre en nuestro medio? En principio tanto padres como estudiantes lo tomaron con entusiasmo y se ve reflejado en el buen nivel de cumplimiento de las actividades por los estudiantes y la participación mayoritaria de padres de familia en las reuniones virtuales. Este momento ocupa los dos primeros meses (abril, mayo). El grito al cielo comienza con los docentes, ponen a disposición sus equipos celulares, conexión a internet y la extralimitación en el tiempo para ubicar y organizar a los estudiantes y responder las inquietudes de los padres de familia, luego la sobreexposición al riesgo de contagio en actividades de reparto de libros a domicilio. Junio y el momento más trágico de la vida –parafraseando a Vallejo– había llegado para muchos profesores que perdieron la vida y otro gran número que llegó a enfermarse y cuya recuperación lenta y complicada aún continúa. Muchos tuvieron que retomar sus actividades en condiciones adversas. El MINEDU, a través de sus funcionarios de gabinete, no cesaba en solicitar informes de cumplimiento del Programa, a través de las Unidades de Gestión Educativa Local y Directores de Instituciones Educativas.
Desde los padres de familia el
interés inicial devino en preocupaciones por el trabajo (algunos lo perdieron,
otros aún no fueron contratados) y empezaron sentir el impacto de la crisis
económica, dejaron de pagar el servicio de telefonía celular o reducir a un
solo equipo para toda la familia, el Internet “el año pasado trabajé como
administrativo en un colegio, me dijeron que me iban a contratar en abril, pero
nada” refiere un madre de familia “Tengo una nietecita a mi cargo y mi mamá que
vive conmigo sufre de diabetes; mi esposo trabaja interdiario en un taller de
motos” decía otra madre. La enfermedad los empezó a coger “Es muy triste, te sientes sola, nadie te
apoya. Ya gasté cerca de treinta mil soles para el tratamiento de mi esposo e
hijo y tuve que echar mano de mis cosas y venderlos a precio de regalo para conseguir
el dinero. Primero la salud, profesor, no importa nos quedamos sin nada”, me
confió una madre. Y así, el apoyo de las familias a sus hijos/as en las
actividades de aprendo en casa quedó en segundo plano.
Pero también hay el caso de familias que consideran que esta modalidad educativa no genera los aprendizajes esperados “ocupo mi tiempo apoyando a mis hijos en hacer las tareas, sino la profesora nos estará llamando la atención. Pero mi hijo no aprenderá igual que en un año normal cuando está con sus profesores”, manifiesta un padre de familia. “El jardincito está de aniversario y la profesora nos pidió que hiciéramos una torta y decoráramos nuestra casa con lemas alusivos al jardín” dice una madre de familia “No sé cómo hacer una torta, pero tengo que mandar una foto como evidencia de que cumplí con la actividad” concluye la madre.
Desde los estudiantes, muchos se ven impedidos de participar en las actividades de retroalimentación que los docentes realizan a través del Zoom debido a fallas en la conexión; otros, no disponen de los equipos o lo comparten con sus hermanos que están en otros grados o padres que también realizan trabajo remoto; otro grupo que quedó seriamente afectado por el virus o el impacto emocional por el deceso de algún miembro de la familia. También hay un grupo que cayó en el desinterés y está a la espera de que el MINEDU declare la aprobación automática del año escolar.
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