Por Marco A. Saldaña Hidalgo (*)

La educación en San Martín es fundamentalmente urbana. Según ESCALE 2019, El 77% de la población escolar está en la zona urbana en tanto el 23%, en el ámbito rural. Sin embargo, la misma fuente revela que el 37,19% de las instituciones educativas está en el ámbito urbano y el 62,76% en el rural. Este contraste explica en cierto modo la falta de vacantes en los colegios públicos de las principales ciudades de la región en tiempos de matrícula escolar. Hay padres de familia, con arraigo en las comunidades rurales, que prefieren enviar a sus hijos o hijas a estudiar en la ciudad porque consideran que en el pueblo la educación es deficiente. Una mirada a los resultados ECE 2019, en el ámbito rural, pareciera que les dieran la razón; por ejemplo, en el nivel primario, en el 2° grado, solo el 15.3% de los estudiantes comprende lo que lee, en el 4° grado, el 12%; en matemáticas, en el 2° grado, el 11.3% logra resultados satisfactorios; en el 4° grado, 14.5%. En Secundaria, en el 2° Año, solo el 2.0% de estudiantes comprende lo que lee; en tanto, el 3.9% logra resultados satisfactorios en matemática y el 5.3% de estudiantes logra el nivel satisfactorio en el área de Ciencia y Tecnología. A este panorama, se suma que la mayoría de instituciones educativas presenta deficiencias en la infraestructura y sin conexión a los servicios básicos de agua, desagüe, electricidad, conectividad, y equipamiento básico.
Este panorama nos motiva a definir estrategias para fortalecer la educación
en el ámbito rural y urbano marginal en la Región San Martín.
Desde los actores educativos
El papel del gobierno local
resulta clave para priorizar y gestionar la educación en el territorio,
promoviendo mecanismos de articulación y coordinación con los distintivos
niveles de gobierno y sectores a fin de mejorar la eficiencia y eficacia del
servicio. Hay experiencias al respecto.
La Dirección Regional de
Educación y UGEL, deben tener una mirada
de que la acción educativa se lleva desde una comunidad donde hay una
institución educativa, por tanto deben implementar mecanismos de acompañamiento
y monitoreo a los docentes rurales, pero alentando la flexibilidad y
creatividad en la adecuación de metodologías y recursos pertinentes con el
entorno.
Los directores y docentes de las
instituciones educativas deben asumir compromisos por transformar la práctica
educativa desde la escuela y aprovechando los recursos que disponen (o las
carencias) para generar aprendizajes pertinentes y de calidad. Esto exige ser
críticos y autocríticos.
Los padres de familia y la
comunidad, deben ejercer mayor vigilancia por la mejora de la calidad y
comprometerse en lograr resultados en el tiempo. Esto implica priorizar la
institución educativa de la comunidad para la formación del niño, niña o
adolescente en edad escolar.
En ningún centro poblado debe
dejar de existir el servicio de educación inicial y primaria, esto en respuesta
a la universalización de la educación inicial y debe ir de la mano con el
acompañamiento a la familia. Sorprende ver a niños de 3, 4 y 5 años que se
desplazan al pueblo cercano para recibir sus clases. En algunos casos dejan en
su comunidad para ir a otra que consideran mejor, en otros porque no existe.
Fortalecer los colegios
secundarios de los centros poblados, capitales distritales y periféricos de las
ciudades. Se trata de desconcentrar el servicio, pero para ello tenemos que
hacerla atractiva y esto pasa por establecer compromisos entre los actores
educativos. Se trata de reinventar y
renovar la escuela desde abajo, no al revés como hemos estado acostumbrados.
De los contenidos
Desde los contenidos, la
educación rural debe priorizar el aprovechamiento y conservación de nuestros recursos naturales de manera
sostenible, así como la recuperación de la tecnología tradicional. No desde un
enfoque ambiental que alienta el ecoeficientismo (todo es posible usando la
tecnología), sino respetando la naturaleza.
Equipamiento
y servicios básicos
Las instituciones educativas rurales deben tener
conectividad y acceso a las nuevas tecnologías, esto posibilitaría a los
estudiantes recursos para aprender en interacción con sus pares de otros
lugares, a través de proyectos colaborativos. Y debe ser reforzado con
biblioteca escolar básica, con textos adecuadamente seleccionados.
Asimismo, contar con servicios básicos de agua,
servicios higiénicos, desagüe que posibiliten la implementación de programas sobre
las buenas prácticas en salud e higiene ambiental.
Finalmente, tenemos que rediseñar
nuestro propio modelo educativo, sin calco ni copia (como sugiere Mariátegui), sustentado en los valores ancestrales y sobre las fortalezas
construir el país y la región que queremos.
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