CUIDA LOS MONTES O SE PERDERAN LOS PLACERES

domingo, 14 de junio de 2020

Hasta siempre, compañero Román


Por Marco A. Saldaña Hidalgo.

Un día de abril de 1991 nos encontramos en las aulas del Instituto Pedagógico de Tarapoto dejando nuestra tranquila comunidad para cumplir con un propósito: ser maestros. Teníamos entonces entre 17 y 18 años de edad. Eran tiempos complicados, narcotráfico, guerra interna y crisis económica marcaban la época. Junto a otros compañeros provenientes de la zona rural conformamos un grupo al que llamamos “los mendigos”. El propósito era resistir y defendernos hasta que concluyéramos los cinco años de estudios. En el proceso nos dimos ánimo y nos apoyamos mutuamente. Así fue, el 95 logramos recibirnos como profesores del Nivel Secundario en la Especialidad de Lengua y Literatura.

En algún momento de nuestra formación y ante la crisis alquilamos un cuarto para vivir tres compañeros: Ken, Román y Yo. Preparábamos nuestros propios alimentos, pues no era posible pagar la pensión. Pero siempre seguimos adelante, sabiendo que en algún momento tendríamos mejores condiciones para vivir y estudiar. El 96 iniciamos nuestra carrera como docentes. Román en su natal Shimbilllo; yo en Yurimaguas y al año siguiente en La Banda de Shilcayo. A pesar de la distancia, nos frecuentábamos y llegué a ser testigo y padrino de su matrimonio. Luego perdimos contacto cuando yo fui a mi segunda patria: San Lorenzo del Marañón,  a cumplir con mi servicio. 

Hoy, al conocer de tu deceso me embarga la tristeza y dolor de perder a un compañero, a un amigo y colega. Una muerte que frente a las demás representa “el momento más grave” – como diría Vallejo- en la vida de sus queridos y amigos ante la imposibilidad de poder darle el último adiós. Se trata de una muerte indigna, cruel como las tantas que están ocurriendo como consecuencia de este maldito virus. Sé que no se merecía esto por ser un gran esposo, un buen padre y un docente preocupado por el bienestar de sus estudiantes. Pero la muerte cruel, no sabe de gratitudes.

Román como tantas otras víctimas se aferró a la vida, pero esta dependía de oxígeno que el servicio de salud no le pudo proporcionar oportunamente, sino con la intervención de la familia que tuvo la angustia de conseguirlo a contracorriente. Por eso,  denuncio al sistema que por años privilegió el crecimiento económico y estropeó la salud y la educación pública. Denuncio a los gobernantes que actúan sin previsión, con poca transparencia, pero sí con prepotencia y cálculo político.  ¡Hasta siempre, compañero Román!


* Marco Saldaña es docente de la Institución Educativa Virgen Dolorosa, con estudios en Políticas Educativas y Desarrollo Regional, Gestión Pública, Innovación Pedagógica y Gestión de Centros Educativos

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