Por: Marco Antonio Saldaña H.

Se nos fue “el zambo” y con él un sentimiento. Quien no se ha conmovido al escuchar el vals “y se llama Perú” que refuerza el sentido de pertenencia, pero al mismo tiempo una exigencia cuando dice “yo también me llamo Perú”, como diciendo yo también necesito una oportunidad porque pertenezco a esta gran nación.
Y se llama Perú, con P de Patria diversa y multicultural; con E de Ejemplo, como los de los empresarios de Gamarra que levantaron un emporio comercial a mucha fuerza y optimismo, como los de los pequeños productores agrupados en Asociaciones y Cooperativas que lideran las exportaciones de café y cacao, sin apoyo del Estado, como de los promotores de la cocina peruana que demostraron la grandeza nacional en “Mistura” y de tantos otros pequeños empresarios que luchan a diario contra las trabas de la formalidad; con R de Rifle, de fuerza, de coraje y pundonor; con U de la unión, que tanta falta nos hace.
Arturo amó al Perú y se mostró agradecido “Cuando despiertan mis ojos y veo/ Que sigo viviendo contigo Perú/Emocionado doy gracias al cielo/Por darme la vida contigo Perú” y siempre creyó en la unidad como base para triunfar “somos tus hijos/ y nos uniremos/ y seguro que triunfaremos contigo Perú”. (Ojalá la selección peruana de fútbol hubiera internalizado bien estas letras y la historia fuera otra).
Sin embargo, Arturo, no solo tuvo espacio para cantarle al Perú, sino también a sus costumbres y al amor, tal como lo escuchamos en “el secreto”, “cada domingo”, “Olga”, “cariño bonito”, “Rebeca”. Por estas letras y la forma cómo lo canta también lo recordaremos siempre: “Cuando tengas que partir, quiero que sepas que yo estaré pensando en ti toda la vida”, “Ese secreto que tienes conmigo nadie lo sabrá”, “Donde se duerme chinito bonito, cariño bonito por donde andarás…cariño bonito ven, ven, te quiero más”, “Hay Rebeca, me muero por ti…lejos de ti me siento abatido”, “Olga no me olvides, no pretendas engañarme, ya te dicho que soy hombre y te perdono porque te amo” y cuando colegiales, era nuestro deleite ver bailar “el alcatraz”.

Y te fuiste, Arturo, como se van los grandes: con homenaje póstumo, pero con el reconocimiento de un pueblo entero y en la eternidad, seguirás cantándole al Perú unido al coro de ángeles.
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