Un agricultor todavía es visto
como el pobre tipo que vive sumido en la miseria por la baja rentabilidad de su
actividad. Por esta razón pocos quieren ser agricultores. Sin embargo, el
agricultor cumple el rol más importante en la sociedad; es el que sustenta de
alimentos y genera vida en los pueblos y ciudades. Un rol que no es valorado
adecuadamente.
Hoy, no voy a referirme a la gran
agricultura empresarial; los que cultivan en grandes extensiones con altas
inversiones en tecnología. Hoy me referiré al pequeño y mediano agricultor, que
son la mayoría en la región San Martín, los que sobreviven con una actividad
que podría ser altamente rentable si cambian sus paradigmas y se abren a lo
nuevo.
La revolución en la agricultura
de San Martín a la que refiero debe basarse en la aplicación del insumo más importante,
“el conocimiento” para saber qué hacer, dónde hacer y cuándo hacer el manejo
agronómico al cultivo.
El insumo más importante en la
agricultura moderna no es la tierra, ni el agua, ni los abonos, ni la semilla.
En el campo, trabajar evaluando solamente las hojas, los tallos, las flores,
los frutos de los cultivos ha quedado
atrás por viejo, tradicional, desfasado y arcaico. En la agricultura moderna,
para tener buenos resultados hay que mirar fundamentalmente las raíces del
cultivo, la que se encarga de alimentar con nutrientes a la planta para saber
qué, dónde y cuándo hacer las labores de manejo del cultivo. Este nuevo enfoque
está permitiendo, en otros países, duplicar y triplicar la productividad de los
cultivos. En otros países, suena muy lejos, se hace también en algunas zonas
del país y amenaza con llegar a la región y revolucionar el agro. ¿Esta
tecnología es muy cara? ¿Se necesita de mucho conocimiento?
No, es barata y sencilla. Se basa
en la observación del comportamiento de las plantas. En entender su lenguaje,
su expresión no verbal. Las plantas en general, durante su vida te envían
mensaje que no sabemos interpretar. Cuando las hojas se ponen amarillas, cuando
se palotean, cuando se caen las flores y los frutos, cuando son atacadas por
plagas y enfermedades, etc. te comunican que algo está mal en ellas. La mayoría
recurre a insumos externos para tratar de corregir el síntoma presentado pero
no se fijan en la parte más importante, las raíces. Sí, la que hace la labor de
absorber los nutrientes del suelo y alimentar todas las partes de la planta. La
parte con la que en realidad hay que trabajar.
Aquí cabe una analogía: una
persona bien alimentada, tiene su sistema inmunológico fortalecido,
difícilmente se enferma. Una planta con raíces desarrolladas, fortalecidas,
será capaz de absorber todos los nutrientes requeridos para que la planta sea
siempre vigorosa, sana y con capacidad para expresar todo su potencial
productivo.
Bien entendido el mensaje de las
plantas, viene lo demás. Qué, cómo y cuándo aplicar el abono, el riego y las
labores agronómicas. Los resultados serán impresionantes no solo en
productividad; en el corto tiempo permitirá la abolición casi total de
agroquímicos, uso racional del agua, reducción del uso de semillas mejoradas.
Ya sé que no es fácil desmontar paradigmas casi ancestrales. No es fácil
desmotar negocios consolidados porque muchos intereses se juegan, especialmente
de los que hacen negocio con los insumos en la agricultura convencional.
El futuro de la agricultura en
San Martín, nos guste o no, debe basarse en la mayor producción por unidad de
superficie y a menor costo, no en la expectativa de precios altos que siempre
son fugaces.
Nuestro deber es decir y hacer lo
correcto. La agricultura moderna se basa en lo simple. Tarde o temprano
terminará consolidándose para tener gente consumiendo alimentos más sanos y
agricultores con negocios prósperos, bien educados, bien reconocidos, viajando
por el mundo para conocer de ella.
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