CUIDA LOS MONTES O SE PERDERAN LOS PLACERES

martes, 27 de enero de 2015

ME VISITA EL RATÓN PÉREZ


Por Groder Torres T.

Es sábado temprano (6:00 a.m), a punto de despertarme, en el último sueño. Daniela, me despierta. Está llorosa, balbucea para hablar, trata de explicarme. No la entiendo.

Me preocupo y me despierto mejor. Cuando por fin logro calmarla me dice: “Papá, anoche el ratón Pérez no pudo entrar a dejarme monedas porque la puerta de mi cuarto estuvo cerrada”. Nuevamente llora. Luego prosigue: “No me crecerán los dientes…”.

Bueno, el ratón Pérez cada cierto tiempo estuvo llegando a casa para dejar monedas a cambio de los dientes de Daniela. Sólo que esta vez, olvidé dejar la puerta del cuarto abierta para que deje las monedas y se lleve el diente. Menudo problema que tengo que resolver sí el señor Pérez decide no volver por el diente.

Calmo a Daniela diciéndole que el diente que no vino a recoger el señor ratón Pérez no estuvo en la lista del día porque salió muy tarde. No alcanzó a registrarse en la lista. Tal vez mañana este de vuelta. En realidad no estoy seguro que regrese.

Todo el sábado estoy investigando donde encontrar al buen ratón Pérez. Investigo en internet. Me doy con la sorpresa que tiene una residencia muy lejos de acá. Está en Madrid, en la Calle del Arenal N°8. También encuentro una cuenta de correo electrónico en donde le escribo de la siguiente manera:

Estimado Señor Pérez; le pido mil disculpas por obstruir su trabajo de anoche. Sin pensar, dejé la puerta de la habitación cerrada lo que ha impedido que usted recoja el diente de Daniela. Esto lo ha decepcionado mucho.
Le solicito, por favor, esta noche pase nuevamente por mi casa para llevarse el diente. Esto hará muy feliz a mi hija porque estará segura que le volverán dientes hermosos.

No pasó ni diez minutos y me responde:

Amable señor, el diente que no ha sido recogido por cualquier circunstancia ajena a mi voluntad no puede volver para recogerse. Volveré cuando haya otro diente por recoger.

Ya es mediodía, estoy a punto de confesar a Daniela que el ratón Pérez no regresará por el diente. Me ocurre una idea, si tenemos otro diente volverá. Pienso hacer un pequeño engaño, una trampa al diminuto ratón. Entonces decido revisar todos los dientes de Daniela y encuentro que uno está un poco débil. Nos pasamos la tarde moviéndole de la izquierda a la derecha, hacia dentro hacia a fuera. En un par de horas el diente salió. Tenemos otro diente para el ratón Pérez. Haremos que regrese esta noche. Haremos que regrese, no por uno sino por dos dientes.

Daniela está feliz porque por fin logro sacar al diente que le daba miedo y por lo afortunada que sería porque tendrá dos monedas y no una.

En la noche nos preparamos para esperar al ratón Pérez. Ponemos los dos dientes en una porción de algodón sobre el velador al costado de la cama de Daniela. Esta vez me aseguro dejar la puerta de la habitación semi abierta y yo intento no dormir profundamente para escuchar su llegada. Por momentos me quedo dormido. Dejo la puerta de mi habitación semi abierta; cerca de la media noche, primero veo una silueta dibujada por la sombra de una tenue luz del foco. Un pequeño ratoncito con su sombrero de paja, lentes de oro, zapatos de lienzo y una mochila colocada a la espalda, mira de un lado a otro, entra a la habitación, encuentra los dientes. Yo me acerco sigilosamente para observar. Veo que coge los dos dientes, y puedo escuchar que murmura: “Qué interesante, dos dientes. Debería dejar solo una moneda. Se quedarán dos monedas”. Saca de su bolso dos monedas y las reemplaza con los dos dientes y se marcha. Yo solo observé el momento.

Al día siguiente, Daniela se despierta feliz. Corre por la casa, me muestra las dos monedas que el ratón Pérez le dejó. Está contenta porque le crecerán dos nuevos dientes hermosos.

Me alegro porque logré engañar al pequeño ratón, sin embargo, dos días después por SERPOST me llega una factura por pagar que dice: por servicio de recojo de un diente de leche extra, más exceso de carga, más adelanto para cambio de diente, más impuestos al crecimiento.


Solo me queda pagar la factura y entiendo la importancia de no tratar de sacar la vuelta a la dinámica natural de las cosas, tampoco solicitar un servicio extra sin antes informarme de sus implicancias económicas.   

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