CUIDA LOS MONTES O SE PERDERAN LOS PLACERES

viernes, 25 de junio de 2010

MEMORIAS PARA UN GRAN SOÑADOR

Por Marco A. Saldaña Hidalgo




Yo soy un río.
Yo soy el río
eterno de la
dicha. Ya siento
las brisas cercanas,
ya siento el viento
en mis mejillas,
y mi viaje a través
de montes, ríos,
lagos y praderas
se torna inacabable.
(Javier Heraud)


Habíamos planeado salir de vacaciones juntos entre julio y agosto. Nelson y Yo teníamos dos motivaciones para tal decisión. La primera para disfrutar de la patrona de Cuñumbuque entre el 17 y 26 de julio; la segunda para viajar a San Lorenzo, estar con su familia y pasar unos días de pesca en el Pastaza y el Lago Rimachi. Ya le había comunicado a su suegro para que preparara la red; aunque la segunda motivación se había descartado ya en los primeros días de junio; “Doncito, estoy en Yurimaguas; he alquilado una casa cerca al colegio Industrial” “y por qué, don”; “pues mi señora viene destacada a trabajar en Yurimaguas y ya he conseguido también las vacantes para matricular a mis hijos”. ”Bacán, don, eso merece unas chelas”, “Ya pues, mañana te llamo al llegar a Tarapoto”. Le sentí la emoción y la alegría de compartir un objetivo que había estado persiguiendo por mucho tiempo: tener cerca a su familia.


Los dos habíamos crecido en Cuñumbuque, éramos casi contemporáneos y habíamos trabajado juntos en San Lorenzo del Marañón. De Cuñumbuque le recuerdo muchas cosas, pero las sobresalientes era haberle visto imbatible en el arco defendiendo a su Institución Educativa María Hidalgo Torres; formaba parte de la selección de fulbito que participaba en el Campeonato Escolar Interdistrital “Misael Vásquez linares”. Le decían el “añuje” por lo flaco que era y a poco tiempo le cambiaron de chapa “el shansho” por su pelo un poco parecido a la cresta de esa ave que habitaba en gran cantidad en las orillas del río Mayo; este apelativo lo popularizó el Andy Lozano, su compañero de aula; de quien algunas veces me comentaba que era un buen estudiante. Se había encariñado con el sobrenombre de “Shansho” y se hacía llamar por todos como el “Shansho”. Así, en su programa de radio que dirigía en Roque, finalizaba con la siguiente frase “…estuvo con ustedes su amigo y servidor Nelson Ríos Arévalo, más conocido como el Shansho”. O como ponía en su Messenger “el shansho en las alturas de Roque” y así sabíamos que estaba en La Viña. En los inicios del proyecto Cafés Especiales se había emocionado con la industria del café tostado molido y con algunos ensayos en control de calidad quiso patentar una marca de café “shansho coffea” que los sacaba en sobres manila A6 para obsequiar a sus amigos.

En Cuñumbuque le recuerdo con su charango cuando los viernes por la noche nos reuníamos en la plaza de armas para oírle tocar. Este arte lo había adquirido en Tarapoto cuando vino a estudiar su secundaria desde el tercer año en el colegio Santa Rosa; aunque en realidad, la música, sobretodo la vernácula, era una herencia familiar y él se encariñó con el charango.

Nos volvimos a encontrar después del 2000. Había ya concluido sus estudios de Agronomía y había realizado diversos trabajos particularmente con CEPCO. En ese lapso inicia su amistad inseparable con otro gran amigo Cuñumbuquino Groder Torres; con él desarrollan un intenso trabajo en el valle del Sisa y San Martín Alao, entre los años 2007– 2008 a través de CAPIRONA, con los proyectos “Fortalecimiento de la cadena-agrocomercial del cacao con la CAC Oro Verde en el valle del río Sisa”, “Desarrollo de la cadena agro-comercial de la cúrcuma en el valle del río Sisa” y “Desarrollo de capacidades técnicas y organizativas de las poblaciones rurales pobres para reducir la pobreza y el impacto ambiental negativo de la agricultura migratoria sobre el bosque amazónico”.


En el 2002, nos vinculamos en el trabajo, a través de CAPIRONA. Nelson había asumido la responsabilidad de Administrar un Fundo Experimental en San Lorenzo del Marañón como parte de un proyecto agropecuario con el Vicariato de Yurimaguas. Ese año, yo viajaba constantemente a San Lorenzo para monitorear la aplicación de la innovación curricular en el CETI Jesús Nazareno. Ahí estaba Nelson siempre contento de verme y preguntarme cómo iba la situación social en Cuñumbuque; pero sobre todo no dejaba pasar la ocasión de invitarme a comer ahumados de boquichicos grandes, pescados por él en el río Marañón y el lago Aripari.



De ese tiempo recuerdo una anécdota propia de una ingenuidad: en una ocasión fui con un cura cajamarquino que desempeñaba su misión en Lagunas; el Obispo de Yurimaguas me había recomendado enseñarle la experiencia con el proyecto porque quería hacer una réplica en Lagunas. Nelson nos había invitado a almorzar unos ahumados de pescado y como el sol era sofocante había previsto acompañar la comida con una cerveza; sin embargo, la presencia del religioso lo hacía dudar; de pronto Nelson se levanta y va a comprar dos cervezas y lo trae a escondidas; el cura se da cuenta y comenta a voz alzada; “hermano, porque no me habías avisado que vas a comprar cerveza, pues aquí tengo cincuenta soles para invitarles una caja… anda, ve y cómprate una caja y así el ahumado será más rico”. Nos miramos los dos, sorprendidos; en seguida Nelson me comentó en voz baja, “ya ves, Marco, los curas también toman cerveza y fuman cigarro”.

Luego yo regresé a San Lorenzo el 2005 y encontré a Nelson trabajando con el PRONAA y nos volvimos a juntar para algunos trabajos puntuales; siempre estaba dispuesto a colaborar y a asumir retos, pocas veces sabía decir no. Una tarde de diciembre lo encontré frente a la plaza con un balde y le pregunté que llevaba, me respondió “llevo quesos, pero no te ofrezco porque no te va a gustar”; “pero a mí me gusta el queso, y cómo no le vas a ofrecer a tu pata”, le refuté. “No te va gustar, aunque los serranos se han quitado este queso y solo me quedan dos bolas”. Efectivamente, de Cuñumbuque le mandaban cuajo y en San Lorenzo preparaba el queso; pero esa vez, la lancha se había retrasado una semana y el cuajo ya había agusanado y como tal tenía un olor poco agradable, pero así lo vendió muy bien. “He transformado un queso cuñumbuquino en queso serrano”, me dijo después. Desde entonces siempre le recordaba su astucia con el queso en San Lorenzo, a lo que él muy sonriente me aclaraba el hecho.


Nos volvimos a encontrar en Roque en el marco del Proyecto Cafés Especiales, nuestra amistad se intensificó más; en varias ocasiones volvíamos los recuerdos a Cuñumbuque y nos reíamos a carcajadas cuando contaba las ocurrencias del tío Octavio Hidalgo con su hijo Migdonio, con quien eran vecinos. Algunas de estas ocurrencias, eran por ejemplo: cuando el tío Octavio se lanzaba un pedo, él decía a su hijo Migdonio; “supiterrillo, di hijito”, a lo que éste le respondía de inmediato “sí, papito”; cuando pasaba una señorita, le lanzaba sus piropos, otra vez a su Migdonio “mozanderillo, di hijito”, “sí, papito”….estas ocurrencias las contaba Nelson con una particularidad única, que una noche reunidos en Roque con Groder Torres, nos reímos hasta el cansancio.

Me había comentado que en su chacra, el fundo San Gabriel, conservan el único monte virgen del pueblo y me contaba con seguridad que ahí todavía viven algunos pumas y que los escuchó alguna vez gritar; también había escuchado cantar alguna ave grande (no recuerdo el nombre), mientras caía una fuerte lluvia; le creí muy poco y con sorna le dije que a ese monte no le habían tumbado porque es un pedregal, porque no había la certeza de que creciera el pasto que seguramente hubieran sembrado. Y me aclaraba, “no, doncito, es por responsabilidad ambiental”, “sino, visita el pocito del amor; donde hay árboles conservados”… esto es verdad, amigo Nelson.

Muchas veces le escuché cantar. Le gustaba. Y ahora que escribo estas líneas escucho su voz “yo soy el que te quiere más, mi amor no está en el olvido, qué pena me da saber que solo yo te he querido”. Pocas veces lo he visto enfadar, o quizá nunca. Era muy inquieto, hiperactivo. Le aburría estar sentado por mucho tiempo. Solidario y colaborador con las personas que necesitaban alguna ayuda de él. Observador y propositivo en cuanta reunión participaba y altamente responsable con su trabajo y su familia.

Nelson tenía grandes sueños, comprometido con el desarrollo comunitario, al mismo tiempo le incomodaba la inacción de las autoridades, de cualquier lugar que fuera cuando no se implicaban con vocación en el desarrollo de sus comunidades; o del ciudadano común que no contribuía para que su comunidad se desarrolle. Ha hecho bastante en muchos pueblos y lo recuerdan ahora con nostalgia. Pensaba algún día ir a vivir a Cuñumbuque y poner sus capacidades y su experiencia al servicio de su pueblo…por eso el domingo 06 acudió a votar por el precandidato de su preferencia y vaciló con todos los presentes… pero qué fatalidad, qué crueldad, qué injusticia, inaceptable, nos llevó un hijo predilecto… y no lo digo ahora, he/mos reconocido siempre sus cualidades y bondades de quien ahora, parafraseando a Sauri Jhoani “su voz se apagó, pero su corazón nos hablará en silencio sus sueños y esperanzas y nos animará a seguir adelante…con su frase de automotivación: ¡nunca te rindas!, porque todo lo hacemos porque ¡Sí, Podemos!.


Llegará la hora
en que tendré que
desembocar en los
océanos,
que mezclar mis
aguas limpias con sus
aguas turbias,
que tendré que
silenciar mi canto
luminoso,
que tendré que acallar
mis gritos furiosos al
alba de todos los días,
que clarear mis ojos
con el mar.
El día llegará,
y en los mares inmensos
no veré más mis campos
fértiles,
no veré más mis árboles
verdes,
mi viento cercano,
mi cielo claro,
mi lago oscuro,
mi sol
mis nubes,
ni veré nada,
nada,
únicamente el cielo azul inmenso
y
todo se disolverá en
una llanura de agua,
sólo serán un canto o un poema más
sólo serán ríos pequeños que bajan,
en mis nuevas aguas luminosas,
en mis nuevas aguas apagadas.


(Javier Heraud)

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Felicitaciones Groder y Marcos, pues aunque conocí a Nelson muy tangencialmente y no tuve la suerte de compartir con él las grandes anecdotas vuestras, veo que me perdi de un buen pata de campo! ojalá en nuestro trabajo hubiera mas tiempo en poder quedarse y concer más a la gente en su real dimención.

Los felicito por este gran esfuerzo personal que realizan y espero que sigan escriviendo estas notas en honor de este gran amigo vuestro.

Groder por lo del cacao si bien estams mucho mejor que antes y está tomando un gran impulso la actividad, creo que como agronomos no nos debemos dejar llevar por el marketing que nos estan vendiendo y analizar un poco más, pues el CCN no es un cacao de altisima calidad por lo que sé y estos clones son los que mas se han distribuído en las principales zonas productores y como bien mencionas nuestra tierra es bendita pero no hace milagros. Pienso que hay que trabajar mas en nuestro cacao chunchos o criollos y darle mas espacio y mejor trato para realzar con todo el potencial genético sus muy buenas cualidades, investigar mas el cacao porcelana y propagarlo en zonas con buenas condiciones y así pienso que comenzaremos a hacernos sentir en el mundo como productores de un cacao fino y alta calidad.

Muchos saludos

Ezio