Por Groder Torres
Trigozo
Ella era la más bonita. De pelo
rubio, no sé si teñido, delgada, de un caminar delicado pero seguro. Sus
ponencias y explicaciones sobre las guerras de la independencia, la historia
peruana, no eran guerras, eran poesía, literatura, armonía. En nuestra
imaginación de adolescente alocado era la Pamela Anderson con una mezcla de
Sharon Stone. Nuestra bella maestra. Era los primeros años de la década de los 90s.
El otro, un tipo gordo, de trato
con palabras directas y a veces duras. Bromista, a veces un guapero, puteador,
disciplinador. Al final un buen amigo. En el fondo nadie hubiese querido
recibir su disciplina. No me acuerdo haberme aburrido en su clase, siempre tuve
cierta curiosidad por la Biología.
Nosotros un grupo de muchachos, adolescentes,
inquietos, traviesos, enamoradizos, peloteros, pajeros empedernidos. Las
muchachas, nuestras compañeras de carpeta, lindas, poco traviesas o no sé. La mayoría
comprensivas de nuestras travesuras, locuras, berrinches y enamoramientos.
Pertenecemos a la promoción 1995, sección "C" del Colegio Ofelia Velásquez. No escogimos conocernos, no decidimos ser
compañeros, tampoco amigos. Simplemente lo somos. El destino quiso que en el
primer año, el lejano 1991, nos juntemos en un salón para pasar y sobrevivir a
la adolescencia, al colegio, a nosotros mismos.
Nuestro entorno vivía tiempos
difíciles. Había terrorismo, narcotráfico, apagones. Lo bueno es que casi no
nos dimos cuenta de eso. Nuestro mundo estaba mejor con la TV y la radio, casi
nos parecíamos al salón de clase de “salvados por la campaña”, todos
seguramente queríamos ser Kevin Arnold de los “años maravillosos”, siempre le
iba bien. Nuestras noches se volvían más calientes al pensar en Pamela Anderson
de “Baywatch”. A nuestros grupos de amigos, a la mancha, le poníamos un nombre,
cualquier nombre estrambótico o reñido para luego llamar a la radio y esperar
que nos manden saludos, en el mejor de los casos íbamos hasta la radio.
En esta etapa, la de colegial, cada
uno ha ido consolidando su carácter, su personalidad, acentuando sus ilusiones
y sueños. Cada uno ha ido pareciéndose más o alejándose de su chapa o sobre
nombre. Cada uno ha ido decidiendo lo que quiere ser. Cada uno ha ido
comprendiendo el valor de la amistad, el compañerismo, el estudio. También a
lidiar con el pesado, fastidioso, con el templado (en el caso de las mujeres).
A pelearse, a reconciliarse, hacer las paces. No había bullyng. A negociar y
tratar de corromper a los profesores para tener mejor nota. También estaban nuestros
compañeros, compañeras que estudiaban de verdad y eran súper alumnos.
Después de mucho tiempo estamos
volviendo a encontrarnos. Casi todos juntos de nuevo. La primera vez que nos
reunimos, creo que estuvimos algo precavidos, cautos. Con razón han
pasado más de dos décadas. Casi todos con familias, hijos, esposas, esposos.
Solo Kewin, soltero, sin pelos, bien papeado, como la mayoría. La que encuentro
como diferencias únicas, la que el tiempo ha logrado engrandecer. Por lo demás
todo es igual.
Beni, “la piraña”, sigue acosando
a Linda, y Johana, sigue siendo su amor platónico. Melis y Miyori siguen sentándose
a lado, parece que siempre están preparando una conspiración o andamiaje. Dante,
sigue siendo el mayor. Habla casi como lo hacía mi abuelo, con sabiduría. Ángelo, tiene menos finta, pero le sigue
caracterizando. Rodolfo, ahora también es José Domingo Pérez, al fin, el mismo
loco. David, parece que ayer hubiese bajado de la luna. Carmen, ahora es más ocurrente,
Carmela, lo hace más con cigarro en mano. Félix, siempre en el lado oscuro, el
caballero de la noche. Robert, es menos Alvarito, más Alvarado, y dice que nos
gana ahora jugando a la pelota. Juan José, sigue recontra templado de su enamorada
de colegio, su esposa, como en el primer día. Está en el cuarto hijo y creo que
va por más. Willy, ahora huele a chanel pero la chela sigue siendo primero. Kike,
solo cambió de peinado, Ernesto no. Toman más cerveza y siguen siendo de los más
“tranquilos”. Janina, July, Mónica “papa – papa”, Patty siempre tan discretas, te
miran, se sonríen, parece que tienen algo entre manos, unos secretos. Falta
descubrir. Sharon, parece que el tiempo no le llego todavía, y Katty parece
seguir creciendo. No te alcanzamos Katty! Mónica R., Karin B., y Normi las sigo
temiendo, parece que siempre nos van a regañar. Johana y Linda, siguen siendo
las mismas amables, delicadas y educadas. ¡Ya!, dejen salir sus diablos.
¿Qué ha pasado conmigo?, me
siento el mismo de siempre.
Para que la experiencia sea
completa, decidí regresar al colegio, no lo había hecho desde que salí, hace 23
años. No quería hacerlo solo, por alguna razón no tenía el valor. Llevé a mis
hijas, niñas muy listas, inteligentes, poco me sacan, me superan largamente. Pensé
que sería un buen momento para hacerlas conocer un poco de mi vida de colegial.
Recorrí cada salón y me senté en cada carpeta que estudie, del 1° al 5°. Y, lo primero que preguntaron fue:
-
¿papá porque casi siempre te habías sentado al
último? Nosotras nos sentamos primeritas.
-
Yo respondí. Era para lograr copiar mejor los exámenes,
causar desorden, molestar a los demás, lanzar papeles y escaparme a jugar fútbol.
-
Ellas
dijeron: ay!, tú fuiste como lo son nuestros compañeros Frank y Diego.
Al salir de los salones tuve la suerte de
encontrarme con la profesora Dolibeth, de Historia, y profesor Ethel, de Biología. Con
el último tenía una amistad, que se perdió al salir del colegio. Nunca pronunciaba
mi nombre, solo al llamarme en la lista del día, pero hasta ahora “bosalao”. Lo
primero que dijo.
- - Hola “bosalao”, donde te has metido, a los años.
Conversamos y le hice un breve
resumen de mi vida desde el colegio hasta la actualidad. Al finalizar me dijo:
- - No te pierdas, siempre tienes que venir por acá.
Tiene razón, pensé, siempre uno
se pierde en su propia vida cotidiana. A veces, es importante regresar sobre
tus pasos para volver a encontrar tu esencia, a proyectarte, a renovarte o
simplemente para vivir y recordar.
Ya, con un poco más de valor,
salude a la profesora Dolibeth. La verdad, pensé que no me reconocería. Ella
sabiamente dijo.
-
Yo, me acuerdo de todos mis estudiantes. Seguidamente
recalcó. - Tú eras flaquito-
Menos mal, que solo se acordó de
ese detalle, y no de lo relajado y despreocupado que solía ser. El resto, mis hijas
se encargaron de contar algunos detalles de mi vida.
Estar en la promoción 1995 sigue
siendo una parte buena de nuestras vidas. Gratitud con los profesores que mayormente han
hecho de nuestra adolescencia un paso feliz. Sobrevivimos bien a esta etapa,
nos trazamos metas que se han hecho realidad, supongo que casi en todos los
casos. Si faltan por cumplir, llegará, porque pertenecemos además a una
generación de grandes aspiraciones, y de padres optimistas.
...continuará.
5 comentarios:
Excelente, muy agradable y queda una sazón a continuar
Muy bonitos recuerdos, esos momentos fueron nuestros años maravillosos y siempre estarán en nuestra mente y corazón.
Te sentabas al último por supitero.
Te sentabas al último por supitero.
Bien ahi, Ing saludos
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