CUIDA LOS MONTES O SE PERDERAN LOS PLACERES

lunes, 17 de septiembre de 2012

LA KODAK VR35 DE MI MAMÁ (PARTE VI)


La Pesca del Narco.

Por Groder Torres T.

Se hacía de noche, con un pequeño grupo de vecinos, jugábamos los últimos minutos de la “peloteada”. Como de costumbre, en las tardes nos reuníamos en la parte baja del fundo, cerca al riachuelo, en donde los vecinos del sector habían construido una cancha de fulbito; este tenía el césped de pasto natural y podado al ras  por varios caballos que ahí se alimentaban.
La cancha era ideal para jugar la peloteada, era casi fulbito porque jugábamos los mismos siempre 4 a cada lado. Estábamos por terminar cuando esa tarde vimos como una columna de hombres vestidos militarmente, armados con fusiles y cargados con grandes mochilas se acercaban por el pequeño camino que conectaba la comunidad de Pampa Hermosa con la vía principal que llevaba a Cuñumbuque.
Nosotros detuvimos el partido de fulbito para presenciar el paso aligerado de los guerrilleros, ninguno decíamos nada, sólo mirábamos; tampoco ellos decían nada. Muchos parecían muy cansados y pude apreciar que entre ellos había 2 mujeres, al igual que todos, cargaban su armamento y mochila. Supe diferenciar que se trataban de guerrilleros y no de soldados porque la mayoría llevaba pelo largo, algunos tenían la barba crecida y muchos llevaban puestos botas de jebe marca “Venus”, era unas botas muy livianas, ideal para caminos embarrados por las lluvias en trayectos largos. Sólo se podía conseguir de contrabando porque las fabricaban en Ecuador. Por esta razón, en aquel tiempo, quien llevaba esas botas era posiblemente un “terruco” o tenía vínculos.
Los vecinos del lugar al escuchar los pasos y el sonido de los pertechos militares que hacían los hombres al caminar se acercaron a la cancha de fulbito disimulando vernos jugar para presenciar el paso de al menos 80 guerrilleros del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru –MRTA, quienes se desplazaron rápidamente perdiéndose camino arriba hacia unas comunidades que quedaban a varios kilómetros; en esos años, estas comunidades eran conocidas por concentrar guerrilleros.
Al regresar a casa encontré a mis padres comentando sobre el paso de los terroristas. Decían… “dice que están yendo a  Bagazán, así ha comentado el German…vienen desde Saposoa, luego pasarán a Moyobamba…creo que tienen planeado tomar Moyo”. Era el inicio de los años 90 y la región vivía en guerra, por las noticias se conocía que habían enfrentamientos y pueblos que eran tomados por asalto por terroristas o por el ejército. No estábamos todavía acostumbrados al contacto con terroristas en campaña; por eso mi papá me aconsejo que no les tuviera miedo porque no iban hacernos nada y que nunca corriera por su presencia.
Mi pequeño pueblo, ubicada a orillas del río Mayo, rodeada de verdes colinas con pastos que sirven de alimento a los ganados que la gente cría con orgullo, en esos años estaba unida solo por una trocha carrozable con la ciudad de Tarapoto, a una distancia de 18 km (50 minutos en camioneta) era la salida obligada por este tramo de los pobladores de los extensos valles del Sisa. Entiendo que por esta razón el Ejercito hacia pocos meses que había instalado una base militar en una casa junto al puente que cruza el río Mayo para retener el despliegue de las fuerzas del terrorismo por otras zonas. Mi pueblo había sido tomado por los soldados, y sólo a 1.5 Km. los terroristas se desplazaban tranquilamente para ir hacia Moyobamba con la finalidad de tomar la ciudad; casi todas las ciudades y pueblos de la región los terroristas tenían militantes y mi pueblo no era la excepción...continuará

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