Por : Marco Antonio Saldaña
El pueblo amazónico está consternado y envuelto en un dolor humano. No es para menos, se ha enlutado cientos de familias entre policías e indígenas. Los primeros cumpliendo una orden superior, tal vez propia de sus funciones; los segundos, defendiendo un derecho. No quiero poner cifras ni de uno ni de otro lado, sería un desatino de mi parte. Sin embargo, me atrevo a señalar que la orden de desalojo dictada por el gobierno fue un acto irracional y antidemocrático. ¿Qué han querido? ¿Que se deje desapercibido el día mundial del medio ambiente? o rendir homenaje, con antelación, a Bologensi quemando el último cartucho de la omnipotencia del gobierno aprista?
El pueblo amazónico está consternado y envuelto en un dolor humano. No es para menos, se ha enlutado cientos de familias entre policías e indígenas. Los primeros cumpliendo una orden superior, tal vez propia de sus funciones; los segundos, defendiendo un derecho. No quiero poner cifras ni de uno ni de otro lado, sería un desatino de mi parte. Sin embargo, me atrevo a señalar que la orden de desalojo dictada por el gobierno fue un acto irracional y antidemocrático. ¿Qué han querido? ¿Que se deje desapercibido el día mundial del medio ambiente? o rendir homenaje, con antelación, a Bologensi quemando el último cartucho de la omnipotencia del gobierno aprista?
No fue el final de 55 días de lucha del pueblo amazónico, particularmente indígena. La provocación comenzó en noviembre del 2007 cuando el Dr. García, Presidente Constitucional de la República del Perú, publicó su “gran tesis” de desarrollo de la amazonía “El perro del hortelano” para luego, dictar una serie de leyes y decretos publicados en junio del 2008. Y fue en agosto del 2008 que comenzó la tenaz defensa de la amazonía y sus recursos naturales, su cultura y su gente. Sí, el pueblo amazónico sufrió su primera mecida en agosto, cuando implementó su primera huelga para pedir la derogatoria de los decretos legislativos 1090, 29338, 1089, 1064 y 1020. Dije mecida, pues la comisión Antonio Brack que acudió a una mesa de diálogo en San Lorenzo del Marañón huyó so pretexto de hacer una pausa para salir a almorzar. Luego la huelga fue suspendida para dar paso al trabajo de la mesa de diálogo, sin resultados favorables por inoperantes y porque el problema del pueblo amazónico no tiene prioridad para el gobierno actual.
El desabastecimiento de las ciudades y la pérdida de millones de inversiones por efectos de la toma de carretera han servido como argumentos para que los gobernantes tomaran decisiones crueles. Sí, se han tomado como referentes las variables que afectan al crecimiento económico; y, ¿qué hay del desarrollo humano y del clamor de nuestros hermanos indígenas?
Ahora el gobierno trata de limpiarse las manos al decir que detrás de la lucha de los indígenas se esconde un complot internacional, un fin electorero, que existe un candidato que quiere desestabilizar al país para ganar adeptos. No, Señor Presidente, los hermanos indígenas seguirán levantándose cuantas veces sea necesario y con el gobernante que fuera si atropellan sus derechos. Mal cálculo político Sr, Presidente y Srs. Ministros. Asuman su responsabilidad.
Hay quienes piensan que lo ocurrido en Bagua es un resultado de la democracia. Y recuerdan con tanta nostalgia a Fujimori quien no hubiera permitido ni un día que la carretera se mantuviera bloqueada. En ambos casos la dictadura está presente.
Para aquellos que piensan de esta forma yo respondo que la democracia significa comunicación, convivencia pacífica, implica participación donde la consulta y el diálogo son herramientas fundamentales para tomar decisiones. Algo que el gobierno “democrático” del Dr. García no practica porque su mesianismo y su afán de entrar en la historia del Perú como el gran constructor de la nación le hace actuar autoritariamente, por eso toda crítica a su gestión le parece mal intencionada y de complot.
El desabastecimiento de las ciudades y la pérdida de millones de inversiones por efectos de la toma de carretera han servido como argumentos para que los gobernantes tomaran decisiones crueles. Sí, se han tomado como referentes las variables que afectan al crecimiento económico; y, ¿qué hay del desarrollo humano y del clamor de nuestros hermanos indígenas?
Ahora el gobierno trata de limpiarse las manos al decir que detrás de la lucha de los indígenas se esconde un complot internacional, un fin electorero, que existe un candidato que quiere desestabilizar al país para ganar adeptos. No, Señor Presidente, los hermanos indígenas seguirán levantándose cuantas veces sea necesario y con el gobernante que fuera si atropellan sus derechos. Mal cálculo político Sr, Presidente y Srs. Ministros. Asuman su responsabilidad.
Hay quienes piensan que lo ocurrido en Bagua es un resultado de la democracia. Y recuerdan con tanta nostalgia a Fujimori quien no hubiera permitido ni un día que la carretera se mantuviera bloqueada. En ambos casos la dictadura está presente.
Para aquellos que piensan de esta forma yo respondo que la democracia significa comunicación, convivencia pacífica, implica participación donde la consulta y el diálogo son herramientas fundamentales para tomar decisiones. Algo que el gobierno “democrático” del Dr. García no practica porque su mesianismo y su afán de entrar en la historia del Perú como el gran constructor de la nación le hace actuar autoritariamente, por eso toda crítica a su gestión le parece mal intencionada y de complot.
Una acotación final, los hermanos indígenas no son “los otros”, tampoco son “los ellos” son los peruanos que defendieron la peruanidad de Jaén y de Maynas; son los peruanos olvidados que cuidan nuestras fronteras sin pedir nada a cambio (salvo una educación de calidad), pero que siempre han sido marginados y explotados por caucheros, exploradores y el mismo Estado; son los peruanos que no aceptan el calificativo de “pobres extremos”, por el contrario se sienten ricos que no les falta nada porque el bosque les provee todo y por eso cuidarlo y protegerlo sienten que es un deber y por eso luchan. Son los peruanos que creen en la palabra hablada por lo que los acuerdos y promesas se cumplen (en esa dimensión se justifica el convenio 169 de la OIT), así conviven en sus comunidades, algo que nuestros gobernantes no entienden ni quieren entender, ni creen en la palabra hablada, tampoco en la palabra escrita. Sino pregúntese qué hay del Acuerdo Nacional o el Proyecto Educativo Nacional, por citar algunos ejemplos.
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